La evolución conceptual del sadismo y el masoquismo
Richard von Krafft-Ebing, Sigmund Freud y Havelock Ellis en su estudio del fenómeno sadomasoquista, según Thomas S. Weinberg y G.W. Levi Kamel
De quereres y otras reflexiones
Richard von Krafft-Ebing, Sigmund Freud y Havelock Ellis en su estudio del fenómeno sadomasoquista, según Thomas S. Weinberg y G.W. Levi Kamel
Os voy a contar la metáfora de las pastillas roja y azul que Morpheo le ofrece a Neo en Matrix, y la relación que la veo con el mítico río Lethes. Y con el BDSM.
Hace cuatro años me dejé escrita una carta. Entonces hacía meses que había terminado la tercera de las únicas cuatro relaciones que he tenido hasta ahora y aún no conocía con quien compartiría la siguiente. Desgraciadamente, en estos cuatro años se me había olvidado leerla, y revisándola compruebo que debí hacerlo, y hasta detenidamente. Que me daba buenísimos consejos. Recordádmelo cuando conozcáis mi quinta relación, por favor.
Lo habitual, acentuándose en el BDSM, es que los hombres prefieran mujeres, como tales adultas, más jóvenes que ellos (aunque, ¡ojo!, la juventud acaso tiene muchísimo de actitud, independientemente de la edad), aunque sean cada vez menos quienes lo admitan por ser otra de las condiciones que se pueden utilizar, y sucede, para acusar de machismo, aunque tenga explicación científica, y por lo tanto demostrable.
Cuando una mujer aparece por primera vez en algún ambiente preexistente de sexualidad alternativa, ya sea en las pujantes redes sociales, ya sea en persona, no faltan hombres que tienen a bien manifestarle más o menos elaboradamente su gran interés sexual por ella. Sea donde sea tiene una explicación científica.
El BDSM son prácticas, susceptibles del corto plazo, pero también es la relación estable en que aquellas suelen desembocar, cuando se dan determinadas circunstancias entre las que es esencial la intervención de neurotransmisores como principalmente la dopamina y además la norepinefrina o noradrenalina.
La primera y principal divulgadora de la importancia de la segregación de la dopamina en las relaciones sexuadas es la antropóloga y bióloga Dra. Helen E. Fisher, sobre lo que en 2004 escribió en su imprescindible «Por qué amamos». Su lectura es reveladora de la relevancia de dicho neurotransmisor en las prácticas bedeesemeras.
Frente al amor romántico, se suele defender como alternativa el amor confluente que Anthony Giddens sintetizó en 1992 en su “La transformación de la intimidad”. Pero lo cierto es que el modelo pujante está siendo el “amor líquido” que en 2003 denunció Zygmunt Bauman en su obra homónima.
Las subculturas, al tratar de reproducir a su pequeña escala los sistemas de poder supuestamente perfeccionados -recordemos que reivindican sus propias utopías-, también se dotan de un sistema de resolución de conflictos para aplicar su concepto de justicia, de la que no puede sustraerse quien forme parte de la subcultura.
Una de los grandes cuestiones en la subcultura del BDSM es la permeabilidad en la misma, y en las relaciones que inspira, de los debates que prenden en el resto de la sociedad. Quizá pueda resolverse en la medida en que las heterotopías reflejan utopías.
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