Todos sabemos qué es un zombie, concepto que etimológicamente proviene de ritos vudús haitianos a su vez importados del África subsahariana: en el fondo, un resucitado, pero que no vuelve a la vida con su naturaleza anterior. La reaparición de quien había dejado la relación afectiva no es algo nuevo, pero ahora se está conociendo como «zombieing», así, en inglés.
Hay quien precede el zombieing con el ghosting, pero quizá no requiera la previa desaparición sorpresiva de quien reaparece cuando lo había hecho sin dar explicaciones. En cualquier caso, en uno u otro supuesto, el zombieing puede suponer, para quien de algún modo ve reaparecer para retomar la relación a quien ya formaba parte de su pasado, algo emocionalmente doloroso, porque la relación había terminado de forma desleal. Igual el proceso de duelo tras la ruptura fue complejo, costando dejar atrás una etapa de la vida que así vuelve a cobrar alguna vigencia.
¿Cómo reaccionar? Si no se cree en segundas oportunidades, sólo siendo tajante. Quien reaparece desde un pasado superado, o -peor- no superado pero en cuya superación se está trabajando emocionalmente, debe ser expulsado o expulsada de la vida a la que se asoma, antes de que se lance al love bombing o teniendo claro con autoconsciencia que ya se está en dicha situación manipulativa.
Porque el zombieing implica que quien decide reaparecer lo hace siendo consciente de que existe la posibilidad de, cuando menos, importunar a la persona con la que cortó la relación. Lo cual es revelador de una mala fe lacerante que proyecta en su comportamiento. Aunque sólo sea por querer alimentar su ego (autoestima, dopamina, etc.) a costa del bienestar de su víctima.
La mejor manera de evitar futuro zombieing es cortando no sólo toda relación con quien se fue, sino también toda posibilidad y vía que pudiera facilitárselo, un bloqueo todo lo más allá de lo virtual que se pueda.